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Gonzalo, Movadef y el espejo Nepalés

Publicado: 2012-04-09

Perdido en el alud cotidiano de noticias globales, un despacho proveniente de Kathmandú, Nepal,  y fechado en los primeros días del presente año, da cuenta de un hecho curioso que acaso cobre relevancia a la luz del reciente intento de inscripción del MOVADEF. De un supuesto mensaje “enviado por el fundador del movimiento maoísta peruano Sendero Luminoso” a sus camaradas de Nepal, a quienes exhorta a seguir “el camino de la paz y la constitución” puesto que “solamente por medios pacíficos es posible construir una democracia popular,” da cuenta el mencionado reporte.[1] Mensaje particularmente significativo, prosigue la nota, no solo por el papel de mentor que reconocen los himalayos a Guzmán sino también por el hecho de que los maoístas moderados --encabezados por el actual primer ministro Baburam Bhattarai-- lo hayan utilizado para enrostrarle a sus  camaradas radicales el error que cometen al rehusarse a deponer las armas de una vez por todas. ¿Ficción o realidad? ¿Es posible encontrar aquí alguna clave para comprender al senderismo de hoy?

NEPAL: DE LA "GUERRA POPULAR" A LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA

Como una reproducción del guión senderista podría leerse la trayectoria del maoísmo nepalí: de su adopción de la línea de “lucha armada prolongada en la vía de una revolución de nueva democracia” al inicio de su alzamiento en febrero 1996 y su subsiguiente “despliegue guerrillero” que, al costo de alrededor de 14 mil muertos, le permitiría controlar tres cuartas partes del país seis años después. La decrepitud de la monarquía feudal reinante tanto como el impulso de una creciente protesta rural abonarían en su favor. Alcanzado el “equilibrio estratégico” hacia el 2001, en el punto en que el esquema senderista prescribía iniciar el asalto a la ciudad, darían los maoístas nepalíes un giro de notables consecuencias para la historia de su país.

Decididos a no repetir sus errores, según ha relatado su por ese entonces líder militar -- Pushpa Kamal Dahal (a) camarada Prachanda (“el fiero”)— examinaron cuidadosamente las causas del fracaso de las revoluciones del XX, la experiencia senderista en particular.[2] Que su lucha por un Nepal moderno y soberano pasaba por construir un verdadero estado republicano sustentado por una “competencia pacífica multipartidaria” dentro de una línea de firme acción anti-feudal y anti-imperialista, concluirían. Ni Mao ni Stalin podían seguir siendo en esas circunstancias, según ellos, modelos de conducción. Lo que, específicamente, llevaba a preguntarse si tenía sentido invertir la amplia acumulación lograda en las zonas rurales en un asalto a la ciudad que, en el contexto de una creciente intervención hindú y norteamericana en la lucha contrainsurgente, tenía escasas posibilidades de triunfo.

Así, en el punto equivalente al inicio del ataque senderista a Lima de inicios de los 90 que tanto aportó a su destrucción, sus pares nepalíes iniciaron un inédito curso político que culminó con la firma de un Acuerdo de Paz (Nov 21, 2006) que puso, a su vez, las bases para la elección de la Asamblea Constituyente que, en su primera sesión (Mayo 29, 2008), declaró inaugurada la República, cancelando así 237 años de autocracia monárquica. Tres meses después, el propio camarada Prachanda juramentaba como Primer Ministro cargo que detentaría hasta mayo del año siguiente.

A partir de ahí, el reto para los maoístas sería cumplir las exigencias de la paz –admitiendo inclusive un proceso de desarme supervisado por las Naciones Unidas—sin desmedro de su poderío político conseguido por la vía armada; mientras, de otro lado, persuadía al establishment y a la opinión pública de la sinceridad de sus propósitos democráticos. Esfuerzo que incluiría pedir perdón por los “excesos” cometidos durante la “guerra popular.” No sería sencillo: de una ardiente “lucha de dos líneas” al interior de su organización como de las resistencias a incorporar a miles de efectivos maoístas al Ejército Nacional según lo acordado en el acuerdo de paz, provendrían los desafíos más serios. Ganarse el reconocimiento de Washington y Nueva Delhi –neutralizando así una posible intervención foránea--, garantizar el mantenimiento de una economía mixta así como un amplio programa de reparaciones a las víctimas de la guerra y la creación de una instancia dedicada a resolver los problemas de propiedad derivados del conflicto, serían asimismo medidas fundamentales para lograr estabilizar el flamante orden post-monárquico; sin dejar de recurrir, por cierto, a movilizaciones de masas –como la huelga general de mayo del año pasado— orientadas a contrarrestar intentos de rearticulación de los viejos sectores “feudales.” En agosto pasado, con la juramentación de Baburam Bhattarai como Primer Ministro retornaban los maoístas al poder.

EL LEGADO MAOÍSTA

No es casual que en dos antiguas sociedades de alta montaña haya prosperado el maoísmo en las décadas finales del XX cuando ya, en la propia China, había sido superado. Terreno fértil encontraría ahí una concepción revolucionaria que asignaba a la intelectualidad  provinciana y al campesinado pobre  –por ser los sectores menos influenciados por el capitalismo-- el papel protagónico en una lucha orientada a capturar esos “baluartes de la reacción política y verdaderos antros de la corrupción moral” que eran las ciudades; una visión, más aún que proclamaba las “virtudes del atraso,” en el cual encontraba una “gran reserva de creatividad revolucionaria y energía juvenil.”[3]

Efectivas para impulsar el nacimiento de una China post-imperial autónoma y centralizada, hacia mediados de los años 50, no obstante, comenzó a desdibujarse el “maoísmo” al compás de los desvaríos de su fundador. Así, ante el fracaso de su “gran salto hacia adelante” (1958-1961) –un plan de industrialización acelerada que ocasionó una terrible hambruna— Mao respondería con un recrudecimiento de sus prejuicios anti-urbanos y su romanticismo campesinista que derivó, a su vez, en la caótica “gran revolución cultural proletaria” (1966-1976).  De esa escuela ultraradical, que terminaría abriendo las puertas a la restauración capitalista liderada por Deng Xiao Ping, bebería la generación de Abimael Guzmán; legado del que sus colegas nepaleses buscarían zafarse por la vía de la reedefinición ideológica; suscitando, por cierto, la más enérgica censura  de parte de los maoístas ortodoxos que aún quedan en el mundo. .

DE LOS HIMALAYAS A LOS ANDES

Basta revisar los “lineamientos programáticos” del MOVADEF para comprobar el anhelo senderista de mirarse en el espejo nepalés. Aspiran a verse  –como sus colegas himalayos— encabezando una Asamblea Constituyente refundadora del orden político nacional. Hay, sin embargo, diferencias profundas entre un movimiento armado que por iniciativa propia, en la cúspide de su poderío militar, da pasos para ser reconocido como un actor político legítimo, y otro que, negándose a rajatabla a admitir su derrota, persiste en proclamar la vigencia del “pensamiento Gonzalo” en tanto origen teórico-práctico del –como sostiene un militante del MOVADEF— “más grande movimiento social revolucionario registrado en toda nuestra historia peruana;” el “antídoto perfecto y absoluto,” por ende, “contra la inercia, contra la rutina, contra el estancamiento mental, propios de las ideologías burguesas,” un “un destello en la oscuridad, una fuerza vivificadora, una perspectiva amplía y flexible.” De hecho, es importante subrayar en este punto, que no llegaron los maoístas nepalíes a exhibir a través de su etapa armada el tono mesiánico característico del senderismo como tampoco su obcecado “culto a la personalidad” de su dirigente máximo.[4]

¿DESMEMORIADOS, IRRACIONALES?

¿Qué decirles a los jóvenes que buscan en las derrotadas ideas de su septuagenario líder un referente para construir el futuro? No dejar de denominar “delincuentes terroristas” a sus cabecillas reclama un ex –jefe policial como fórmula para desalentar a sus potenciales seguidores. Un “shock” de memoria demandan los medios de comunicación equiparando juventud con ignorancia. Son dos variantes de una solución de cuestionable efectividad en el mediano plazo. No le falta razón, en ese sentido, al antes citado militante del MOVADEF cuando pregunta: “¿Es cierto que los jóvenes deben mantenerse callados por no haber vivido en las épocas del 80 y 90? ¿Acaso no podemos hablar de la Revolución Francesa del siglo XVIII?”

Suena a desmesura, asimismo, decir --como lo ha expresado una ministra-- que el rechazo de la inscripción del MOVADEF sea “un triunfo de la sociedad civil y la democracia.” Lo que hay, en rigor, es un precario modelo de contención del extremismo radical incapaz de lidiar efectivamente –dada la inexistencia de partidos políticos para comenzar-- con un asunto de fondo: la dimensión de demanda ideológica que subyace al neo-senderismo. Ideología más que memoria reclaman los jóvenes voceros del MOVADEF. Demandan, a su manera, una visión de futuro, una alternativa holística acaso utópica que el “sistema” no es capaz de proveer. En el Perú como en Nepal, por sus propias características, tienen los radicalismos ideológicos una fuerte raíz histórica, que reverdece por cierto con el desprestigio de la clase política y su pobrísima capacidad de propuesta.

MEMORIAS DIVIDIDAS

En un texto publicado en 2003 me preguntaba si frente al senderismo en el siglo XXI no habría de reproducirse  la estrategia utilizada por la “democracia peruana” para defenderse del aprismo a través del XX; una verdadera “política  del avestruz” que coadyuvó a distorsionar y envilecer la vida política del país.[5] Vale la pena reiterar la observación casi una década después. Preguntarse cuán eficaz va a ser la estrategia de hoy en una siguiente vez en que –acaso amparado por alguna instancia internacional o favorecido por un contexto en que le sea posible ampliar su respaldo social— vuelva el neo-senderismo a intentar su legalización.

Poco ayuda en todo caso dejar el debate del conflicto de los 80 y 90 en manos de quiénes, de un lado, pretenden reducir el problema del terrorismo senderista un asunto meramente delicuencial y, del otro, aquellos que, vacunados contra la autocrítica, se sienten herederos de una gesta heroica digna de emulación. Extremos que se unen, paradójicamente, en su común rechazo al informe final de la CVR, al cual, mientras le increpan los primeros haber hablado de “conflicto interno” o de llamar “partido político” a Sendero Luminoso le descalifican los segundos –tras citarlo en apoyo suyo cuando les conviene-- como una “degeneración de la verdad” perpetrada por una “izquierda burguesa y putrefacta.” Sin ánimo de querer convertirlo en texto canónico ni mucho menos, es obvio que sigue siendo aquel controvertido documento, casi una década después, un referente obligado de ese escalofriante “tiempo del miedo.”

Acaso no le falte razón al representante neo-senderista, asimismo, cuando manifiesta que “es hora de escribir una historia real, objetiva y concreta” de nuestro proceso contemporáneo. Una nueva historia, por cierto, que, aparte de admitir que SL –como escribiera el historiador Steve Stern hace casi quince años— “constituía una culminación lógica, entre varias otras culminaciones lógicas posibles, de las fuerzas que habían dado origen a la política de oposición en el Perú del siglo XX,” [6] registre los múltiples intentos de fundar en el Perú –por medios pacíficos y sin fomentar el odio-- una república democrática. Una república democrática como aquella que, supuesta y paradójicamente, Abimael Guzmán –a veinte años de su derrota y miles de muertos después-- aspira hoy para Nepal.

[1] “Gonzalo’s Letter, NagariK” en http://www.nepalitimes.com/issue/2012/01/06/FromtheNepaliPress/18891

[2] Charles Haviland, BBC, “Prachanda interview: Full transcript” (Febrero 13, 2006); S. Varadajan, “Exclusive Interview with Prachandra, Maoist leader”, The Hindu, Febrero 12, 2006 y R. Letts Colmenares, “Entrevista a Prachanda, líder de Nepal”, Mayo 8, 2010, http://rodolfoybarra.blogspot.com/2010/05/entrevista-prananda-lider-de-nepal-por.html

[3] Maurice Meisner, “Marxismo, maoísmo, y la revolución china: Un comentario sobre el papel de las ideas en la historia” http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-37/marxismo-maoismo-y-la-revolucion-china-un-comentario-sobre-el-papel-de-las-

[4] R. Lavrenti Coronel Camino, “La juventud del MOVADEF y el Pensamiento Gonzalo” en  http://perspectivainternacional.blogspot.com/2012/02/peru-juventud-del-movadef-y-el.html. Del mismo autor, véase también: “Amnistía General en el Perú” http://www.perspectivainternacional.net/index.php/lavrenti-coronel-camino/1389-amnistia-general-en-el-peru

[5] J.L. Rénique, La voluntad encarcelada, Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2003. http://es.scribd.com/ doc/ 8575132/Jose-Luis-Renique-Sendero-Luminoso-del-Peru

[6] Steve Stern, Los senderos insólitos del Perú: guerra y sociedad, 1980-1995, IEP/UNSCH, 1999, p. 29.


Escrito por

José Luis Renique

Escribe sobre el Peru desde Nueva York.


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