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Recordando a Carlos Iván Degregori

Publicado: 2012-05-15

Un año sin su presencia. Difícil acostumbrarse a la idea. Sabíamos lo que venía. Lo que no hizo la noticia de su partida menos abrumadora. Acaso el coraje, la lucidez, con que hizo frente a la muerte hizo más aguda la pena. Algún consuelo produjo escribir obituarios, compartir memorias, en los días subsiguientes. Exaltar sus méritos, resaltar la dimensión de la pérdida, era lo que el momento demandaba. Impresionante la unanimidad y el alcance del sentimiento. Clarísimo iría quedando –por si no nos habíamos dado cuenta todavía— que más que un amigo habíamos perdido una figura nacional. Así será de aquí en adelante: ver al amigo convertirse en objeto de conmemoración colectiva. Conmueve, particularmente, el interés de los jóvenes por explorar su obra, por conocer su trayectoria. De todo este revuelo de seguro es lo que más feliz le pondría.

Un año después, acaso tan significativo como conmemorarlo sea hacer un esfuerzo por recuperar su voz. No solo la del largamente razonado ensayo o de la entrevista fornal sino aquella vertida en una sencilla conversación de amigos; más aún, si nos permite recordar los dilemas políticos e intelectuales a través de los cuales fue madurando su singular visión del Perú. Es una manera de devolverle dimensión humana, de contener proclividades beatificadoras.

Transcribir una conversación ocurrida 15 años atrás es pues mi manera de recordar a Carlos Iván. Tuvo lugar esta el 22 de septiembre de 1997, durante una de las varias estancias de CID en los EEUU como parte de su vida académica. Le pedí que me contara de sus inicios como militante. Al rato de comenzar la conversación –apreciando el calor que tomaba el relato— le consulté si podía grabar. Procedí a hacerlo con su aprobación. Realicé la transcripción pocos días después. Utilizaría la información para una trabajo publicado en el 2004.

Mäs que por contener una determinada revelación destaca este testimonio por el hecho de aproximarnos al tráfago de los 70; cuando la revolución parecía estar “a la vuelta de la esquina,” y cuando --entre los “pitucos” de Vanguardia Revolucionaria y los “infantiles” maoístas--, un puñado de jóvenes –entre los que se contaba Degregori—creían viable la reconstrucción del movimiento que en 1965 había protagonizado la fallida experiencia guerrillera liderada por Luis de la Puente Uceda. Difícil imaginar entonces que de este segundo sector --que la llamada “nueva izquierda” miraba con mal disimulado menosprecio—habría de surgir aquello que Gustavo Gorriti denominó “la mayor insurrección en la historia del Perú.” Difícil imaginar entonces, asimismo, la evolución ideológica de Carlos Iván que le llevaría al sitial que ocupaba, en la cultura y la vida intelectual peruana, al momento de su sentida desaparición.

JLR: ¿Cómo era ese MIR en el que comenzaste tu vida como militante?

CID: Dentro de otras organizaciones similares, una de las peculiaridades del MIR peruano había sido no haber sido absolutamente cubanista, había tenido otras influencias, entre ellas la china. Desde antes del 65 había este matiz, pero se desarrolla más como reacción a la derrota. Entonces, de un brochazo, se asocia los cuentos de Luis de la Puente escritos en estilo chino[1], con esta voluntad de acercarse y ganar a las bases. Hay elementos antes del 65, pero luego de la derrota se produce la polémica. Yo entro cuando ya la polémica ha terminado y el MIR está dividido.

Lo que, por ese entonces quedaba del MIR era, la corriente que encabezaba [Ricardo] Gadea que era mucho más urbana, con ciertos vínculos obreros. La otro que queda es la guerrilla Manco Cápac, en el norte, en Ayabaca, que sobrevive la derrota del 65.[2] Su jefe era Gonzalo Fernández Gasco quién logra escaparse, cruzando la frontera [al Ecuador] y luego regresa y se queda por esa región. En Jaén comienza a desarrollar otro tipo de trabajo, de masas, ahí comienza a rescatar los retazos chinos que había antes en el MIR, inflados, por supuesto con la levadura de la división chino-soviética y toda la invasión que había de textos provenientes de Pekín.

Recuerdo unas copias mimeográficas que pasaban de mano en mano y que eran lecturas fundamentales para ir armando un tipo de trabajo de bases que ya no era militar, sino el trabajo clásico de construir gremios. En base a esas “copias chinas” íbamos elaborando creativamente.  Pero quedaba todavía rezagos de otra época. Recuerdo que parte de mi “iniciación,” después de un período como simpatizante en San Marcos, fue entrar a un puesto policial en Pacaraos[3], donde hacíamos trabajo de campo, y robar todo un legajo con información de inteligencia. Tenías que hacer ese tipo de cosas para que vieran que tenías pasta.

Esto se interrumpe porque viajo a EEUU [1967-1969, Universidad de Brandeis]. Cuando vuelvo, prácticamente se había roto el vínculo con los veteranos del MIR. Por ese entonces convergemos en Huamanga [Modesto] Galvez, [Carlos] Tapia y yo. Entonces ya me incorporo al MIR-Cuarta Etapa que ya era maoísta.[4]

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JLR: ¿Y cómo se vivía por ese entonces el recuerdo de la experiencia del 65?

CID: Había mucho de mito y especulación, cierta dificultad para enfrentar los hechos. En algún momento llegaría a decirse, lo cual para mí era ya una locura, que De la Puente no había querido arrancar [la lucha armada], y que por eso se habían lanzado los del centro, que eran mas “cubanistas,” como que habían precipitado algo que todavía no había madurado.

Igualito, si se demoraban un año más, hubiesen sido derrotados, lo del sur era inviable. Pero, en la mitología de los 70 se buscaba marcar estas diferencias, para enfatizar --lo cual en parte era cierto-- que la experiencia mirista había sido diferente por ese vínculo con China.

El MIR-Cuarta Etapa donde yo milito pasa pues de un punto muy cercano al cubanismo y al foquismo --por cierto con su especificidad, pero no se puede negar que era tendencialmente parte de esa familia-- a ser bien maoista.

JLR: ¿Y qué ambiente encuentras en Ayacucho?

CID: La hegemonía maoísta es ya muy fuerte para ese entonces. Y frente a eso, el MIR revive sus elementos maoístas. En ese contexto, Fernández Gasco tiene la experiencia práctica y quienes sistematizan a nivel teórico son Miguel Incio y Julio Rojas.

Fernández Gasco hace trabajo de masas y forma lo que él llama “cooperativas socialistas,” que son, en realidad, pequeños gremios, se queda con una experiencia muy localizada, el era en el fondo un militarista total, cree que a partir de ahí iban a organizar la lucha armada.

Los que lo rodeaban eran más urbanos, maestros, gente de otra generación. Un grupo dentro de ellos, ya más de mi generación, se daba cuenta de que, perdidos en Jaén, no tenían ninguna perspectiva. Que lo que había que hacer era reconstruir el partido y restablecer los vínculos con otros núcleos a través del país. Deciden irse de Jaén y van a ser acusados de fugar del frente principal. Comienzan entonces una especie de vida de misioneros, con gran sacrificio, dentro de una pobreza total. Van base por base, más que bases, contactos que habían quedado desde el 65, que se habían ido volviendo maoístas por influencia del PC pro-chino y no quieren nada con Gadea y que, de repente, reciben la visita de quienes llegan trayendo la “buena nueva” de que el partido [el MIR] existe, que en Jaén existen las cooperativas socialistas, que se preparaba el reinicio de la lucha armada, etc. Entonces se reenganchan con el MIR-IV. Este proceso incluye Jaén, Catacaos, algo en la sierra de Trujillo, San Marcos y Ayacucho. Y ahí hay una diferencia vital con VR [Vanguardia Revolucionaria], subrayo nuestra pobreza y nuestra laicicidad. Nada con Iglesia. Dos estilos muy diferentes. En Ayacucho, con Tapia, Galvez y otros, se forma la célula base de un comité departamental. En mi caso, basado en Ayacucho,  no he visto a nadie de los otros MIR hasta el 77 que nos juntamos para el paro nacional.[5]

JLR: ¿Y por qué no confluyen con el Partido Comunista del Perú-Bandera Roja? ¿Cómo era su relación con los otros grupos de izquierda?

CID: Por culpa de ellos me parece, eran tan jerárquicos, tan provincianos, tan cerrados; por parte nuestra había el orgullo de ser el MIR, pero, hubiéramos estado dispuestos a hacer alianza. Ellos, por supuesto, te exigían disolución. Había, además, una serie de factores culturales, generacionales, nosotros éramos más jóvenes. El MIR-Cuarta Etapa no tenía intelectuales. Partíamos de cero. Fernández Gasco era un caudillo, parte de su imagen era ser el comandante que no había muerto, el inubicable, se contaban historias de sus escapatorias, usando disfraces. Las reuniones con él se hacían en los sitios más inaccesibles y siempre asistía armado. El jugaba mucho con eso, con su leyenda, pero, evidentemente, no tenía consistencia. Rojas, Incio, More y los que se fueron sumando en cada punto fueron reconstruyendo una red que va creciendo a a través de los 70.

La verdad que éramos unos dogmáticos del carajo, lo más cercano a SL que había, pero no podíamos juntarnos con ellos por cuestión de estilo. Cuando entro [al MIR] de inmediato me jalan a Voz Rebelde [el peródico partidario que CID terminaría escribiendo casi en toda su integridad]. Hubo una reunión famosa de la Federación de Campesinos de Piura ¿en Catacaos, el Peñal?. Ahí, las mujeres sacaron a [Ricardo] Letts humillantemente, por ser “agente del gobierno.” Así los veían a los VR como agentes del gobierno. Y Letts era visto como el terrateniente, como el hacendado que venía a confundir a las masas.

Crecimos bastante sin tener el núcleo intelectual y de cuadros que tenía VR. En Piura, por ejemplo, botamos a VR de Querecotillo, Chira, Alto Piura. Ahí era dónde el MIR tenía su trabajo de masas. En Ayacucho llegamos a formar un Comité Regional y teníamos trabajo en Tayacaja. Y en el Cuzco, antiguos contactos como Antonio Guevara [uno de los sobrevivientes del frente guerrillero de Mesa Pelada encabezado por Luis de la Puente Uceda] de La Convención. en el Cuzco y, más al sur, en el altiplano, Ilave y el frente de defensa de la totora en Huancané.

JLR: ¿Y en qué momento se despega el MIR de su pasado para comenzar a recorrer un camino distinto?

CID: Hacia 1975. Ahí comienza el chongo. Ya no daban más las viejas tesis. Y no lo habíamos hecho mal, habíamos respondido bastante bien a la Reforma Agraria, haciéndonos eco de las demandas de las masas. El chongo comienza en torno a la Confederación Campesina del Perú. En Eccash nosotros nos quedamos con [Saturnino] Paredes [líder del PCP-Bandera Roja] pero, totalmente incómodos. Porque, evidentemente, el trabajo VR era más “normal” para ese momento, estaba mucho más cerca de lo que se necesitaba en esa época. El trabajo de Paredes era un poco como el de Gasco. Entonces, los compañeros no saben qué hacer: quedamos atrapados entre una generación agotada y la desconfianza hacia VR. Y con el problema de tener dos CCP y con Sendero Luminoso impulsando una tercera central. Las bases del MIR-IV no asisten a Torreblanca. Era evidente que en la CCP de Paredes no teníamos nada que hacer. Teníamos un trabajo campesino relativamente pequeño pero más o menos vital, que crecía, que tenía potencial, pero con Paredes no había posibilidad. Eso era el pasado. Entonces, arranca la polémica: si participar o no en la CCP de VR. El partido era misérrimo, mi casa de Misti [se refiere a su residencia familiar ubicada en el Jirón Misti, La Victoria] era el “palacio del partido.” Yo me enfermo de tuberculosis en octubre de 1973. Jurgen Golte me ayudó a ir a Alemania. Ahí dejo esa historia.

JLR: ¿Entonces, cómo resuelven el dilema?

CID: El dilema era pues que no puedes quedarte en la CCP porque no tiene futuro, pero, cómo ir a la CCP de los desviacionistas, de los pitucos, del “terrateniente” Letts. En medio de ese dilema Crítica Marxista-Leninista aparece como una alternativa. Ellos venían del MIR, habían entrado en VR y ahora rompían. Se alejaban de la herencia BR y SL sin caer en las desviaciones de VR. Habíamos estado muy cerca de BR, nuestra base era muy similar a la de ellos, pero en Ayacucho les teníamos rabia, por hegemonistas. Y hacia VR teníamos muchas críticas. El número de ruptura de CML con VR y que marca el nacimiento del PCR [Partido Comunista Revolucionario] a mí me sirvió de mucho: señalaba el camino para romper con BR sin caer en los desviacionismos de VR.[6]

Desde Berlín comencé a mandar cartas. Yo eso de la “semi-feudalidad” nunca me lo había tragado. Y Tapia me dice lo mismo. Entonces nos ponemos a elaborar. El pequeño núcleo intelectual de Ayacucho se pone en acción. En esas circunstancias iba a darse el congreso de la CCP en Querecotillo. Tienes que venir me dicen [sus camaradas del núcleo mirista ayacuchano]. Se va a decidir si el partido va a o no. Tuvimos que ir a pelear a Lima para ir a ese congreso. Había que estar ahí, era un movimiento impresionante.

Teníamos mucha presencia a nivel de bases. En Catacaos, por ejemplo, nuestra hegemonía se consolida antes de las “tomas de tierras” de VR, dentro de esa inmensa comunidad se han tomado fundos privados apoyando el proceso de crear unidades de producción cooperativa o algo así. En Tayacaja de manera similar. Pero no teníamos la repercusión de lo de VR. Por eso había que estar en ese congreso. Era indudable que esa era la CCP, algo impresionante Entonces vamos a Querecotillo y, aunque fue una derrota espantosa, era evidente que esa era la CCP. La diferencia con la CCP de SL era brutal. Van a intentar realizar un congreso en los planteles del colegio de aplicación de la universidad [la Universidad San Cristóbal de Huamanga] [7]

JLR: ¿Y cómo se maneja dentro del MIR este acercamiento a VR?

CID: Entre 1975 y 1977 se da la polémica. Entre Querecotillo y el paro nacional. Después, hay un evento nacional, las masas enseñan el camino, se pasa a una línea mucho más cercana a la de los 80. El partido no se rompe, salvo el comité local Victoria Navarro de Lima y un núcleo en la sierra de La Libertad que se va con SL.

JLR: ¿Cómo era el MIR-Cuarta Etapa hacia 1977?

CID: Era un partido campesino con una capa muy pequeñita de intelectuales y algunos estudiantes que habíamos impulsado un cierto trabajo obrero en Lima, pequeño, nada más. Pero, en el 78, cuando se abre la coyuntura de la “nueva política,” y se forma la UDP [Unidad Democrático-Popular], nos damos cuenta que el otro MIR-Norte o Voz Rebelde, había crecido por su cuenta. En la reunión de UDP juntos éramos más que el resto. Eramos la primera fuerza. Más que VR. En la UDP nos encontramos todos los “mires” por primera vez.

JLR: ¿Más allá de sus diferencias, tenían todos los miristas una identidad común, era factible una convergencia?

CID: El MIR-El Militante era chiquito, su líder era [Hugo] Avellaneda; son los que se quedan con Gadea, este se retira, quedan estos muchachos irresponsables, que tenían contactos con Antonio Meza, por ejemplo. Yo no puedo ser objetivo frente a ellos. Si ellos eran más “fierreros” nosotros éramos más “basistas,” gremialistas, cecepipstas. Para el 78, en Equecco-Chacán  [V Congreso de la CCP] VR era la primera fuerza, nosotros éramos la segunda, el PCR era la tercera y VR-PC la cuarta. Se veía en los desfiles. Bien bonito. Fue como un rayo de lo que podía ser la sociedad, quién ha visto la esperanza, no lo olvida. La disciplina y el orden de VR-PC, eran poquitos pero más disciplinados. VR era un conglomerado. Esa fue nuestra evolución hacia el campesinismo. En esas condiciones entramos a la UDP y a la confluencia de los “mires.”

Ellos eran más ciudad. Rurales nosotros, urbanos ellos. Más todavía militaristas, con más intelectuales, ellos. A esos dos mires se le juntaron MAP, IS, IP, rápidamente estos tres grupos urbanos se reconocieron como uno. Ellos nos tenían miedo y nosotros recelo. Yo no los conocía. No conocíamos a nadie de ese mundo. Pero, el nombre pesaba y nos juntamos, pero fue quizás algo forzado por las diferencias.

La ruptura se da en torno a la guerra, a la cuestión de la violencia. Nosotros habíamos publicado el llamado “libro verde” que era visto como un desenfreno social-democráta. Entonces, en la búsqueda de confluencia habría una gran desconfianza. Mientras unos eran muy serios y cristianos, el nuestro era un funcionamiento muy serrano, muy colectivo. Los de base votaban por nosotros aunque nosotros no quisiéramos. Ellos nos veían como grandes caudillos que manejábamos a esta masa. Y nos acusaban de ser fracción. Que Tapia nos manejaba. Nosotros no queríamos ser caudillos. El gran debate sería qué hacer con la UDP, qué hacer con las elecciones y con la democracia.

JLR: En ese contexto tan fluido ¿qué modelo de partido proponían?

CID: Gradualmente nos fuimos acercando a la noción de PRM [Partido Revolucionario de Masas], rompiendo con esa división entre partido de cuadros y frente de masas, donde el partido de cuadros hay que defenderlo porque es el que garantiza la revolución y porque el partido es el que puede hacer la lucha armada y el frente es el paraguas. Y cuando la represión golpea a la masa el partido se salva y se esconde.

En ese contexto también fue decisiva la influencia de la revolución nicaraguense. Ambos nos habíamos alejando del militarismo de los 70 y entrando en una dinámica de masas, pero la revolución nicaraguense incide de manera diferente en ambos. En ellos, vuelve a levantar su lado guerrerista, y ellos tenían relación con el MIR chileno que están en el momento de la lucha contra Pinochet, con cuadros muy sofisticados, en la onda de resistencia armada contra la dictadura. La nuestra, va más hacia las masas, hacia la social-democracia mientras. que a ellos les renace lo de lucha armada. El partido es necesario para la lucha armada. Y en eso cae esta gente de MIR-El Militante que ya había hecho alianza con el PSR-ML. En algunos de nuestros comités centrales han venido a exponer [Víctor] Polay y [Hugo] Avellaneda. Y nosotros dábamos la batalla en contra de esas posiciones. A ellos los influye la revolución nicaragüense, el contacto con el MIR. A nosotros nos influye la experiencia de El Diario de Marka, la experiencia de la polémica con SL, nosotros éramos mucho más duros con SL, ellos los veían como “compañeros equivocados,” nosotros estábamos, simplemente, en otro paradigma que fluctuaba entre el PRM y el frente de IU.

Así pues, la idea del PRM surge como un punto medio, de transacción, para no renunciar a la experiencia de los 70. Estábamos entre el Frente Revolucionario de Masas o pasar a otro tipo de partido, ya no leninista. En ese momento Luis Pásara, Sinesio López, Alberto Flores Galindo surgen como animadores del debate. Y, por supuesto, las ideas de Gramsci tienen un papel; la idea, sobretodo, de que el partido tiene que construir una hegemonía cultural, no solamente militar. Y con la creciente importancia de la cultura, hay un renovado interés en José María Arguedas. Lo que nos lleva hacia la idea del bloque nacional-popular. Lo de Nicaragua nos confrontaba con esa situación: una revolución nacional pequeña con su especificidad: Sandino, el sandinismo, que no era, en absoluto, un partido comunista. ¿Cómo podríamos hacerlo en el Perú? Malpica lo traduce como cholocomunismo; surge el interés por volver a [José Carlos] Mariátegui.

[El congreso de la CCP de] Chacán, en ese sentido, sería algo diferente, algo espectacular; la participación de los ashaninkas, era un símbolo de que ese era, verdaderamente, un encuentro de “todas las sangres.”

[1] Incluídos en Luis de la Puente Uceda, Obras Completas ….como “Cuentos Revolucionarios.”, Véase, por ejemplo, “Dos Arboles” en http://imagenesytextosselectos.blogspot.com/ 2011/02/ luis-de-la-puente-uceda-y-el-mir.html

[2] Sobre la evolución histórica del MIR puede verse, la Introducción a las Obras Completas de Luis de la Puente Uceda en http://www.cedema.org/ver.php?id=4124 y José Luis Rénique “De la traición aprista’ al ‘gesto heroico’: Luis de la Puente Uceda y la guerrilla del MIR” en http://www.andes.missouri.edu/andes/Especiales/ JLRLaPuente/JLR_LaPuente1.html

[3] Distrito de la zona serrana de la actual provincia de Huaral, a unos 100 km al noreste de Lima.

[4] Más referencias a este período de la vida de CID en Osmar González, Señales sin Respuesta. Los zorros y el pensamiento socialista en el Perú, 1968-1989, Lima: Ediciones PREAL, 1999, pp. 69 y ss.

[5] Sobre este proceso, véase la entrevista a Carlos Tapia en Alberto Adrianzén (editor), Apogeo y Crisis de la Izquierda Peruana: hablan los protagonistas, Lima: IDEA, Universidad Antonio Ruiz de Montoya, 2011, pp. 479-498.

[6] Véase al respecto la entrevista a Santiago Pedraglio en Ibid., pp. 463-478.

[7] Sobre el proceso de la CCP durante los años 70 véase, Diego García Sayán, Tomas de Tierras en el Perú, Lima: DESCO, 1982 y Carlos Monge, “La reforma agraria y el movimiento campesino” en Debate Agrario 7, 1989, www.cepes.org.pe/debate/debate007/03_articulo.pdf


Escrito por

José Luis Renique

Escribe sobre el Peru desde Nueva York.


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